7

LA ALDEA

 

Zalesky era un lugar pequeño y encantador, repleto de isbas 1 que se alzaban sobre palafitos de madera. Debajo de ellas, hombres y mujeres iban y venían, conversando entre ellos, cuidando de sus jardines y haciendo intercambios.

En aquel instante, un hombre de gran altura, muy robusto y con una barba abundante del color del fango, atrajo su atención en el centro de la multitud. De tanto en tanto se lo veía tomar un sorbo de la petaca que colgaba de su cinto, arrastrando por el suelo su pesada capa de piel de oso y sobresaltando a los demás al gritar con su potente vozarrón. Uno de los cazadores se adelantó al grupo para hablar con él, señalándola sin discreción alguna.

—¿Quién es ese sujeto tan extraño? —preguntó la chica, observándolo con cierta aprensión.

Kolia llegó a un lado de ella y la miró de modo desdeñoso.

—Ese hombre es mi padre —espetó y Nadya se sintió enrojecer, propiciando la risa de su hermano.

—Pietro es el jefe de la aldea —explicó Iván—, he estado viviendo en su casa, podría decirse que es como un segundo padre para mí, ¿sabes? Sé que estará contento de recibirte.

Antes de que ella pudiera decir nada, Pietro Sokolov llegó hasta ellos con los ojos relampagueantes de curiosidad.

—Así que tenemos visitas distinguidas —habló, dirigiéndose a Nadya bonachonamente—, mis hombres me han dicho que viene de parte del zar, señorita. ¡Qué cosita tan encantadora es usted! —exclamó, al mirarla con detenimiento—. Tendrá que disculpar el comportamiento de estos toscos muchachos; se conducen como verdaderos animales.

Una vez más, la muchacha se ruborizó y sonrió tímidamente. Kolia puso los ojos en blanco.

—Y tú, Iván Pietrovich; o tal vez debería comenzar a dirigirme con más propiedad a ti, ¿tienes algo que decir al respecto?

—Supongo que hay mucho que decir al respecto. ¿Puedo comenzar con una sincera disculpa?

—Será mejor que hablemos de esto en un sitio privado —dijo Pietro—, es mejor no alarmar a la gente.

Siguiendo los pasos del hombre, los hermanos subieron por una escalera hasta una isba con las paredes pintadas de rojo. El interior era espacioso y acogedor. Lo primero que llamó la atención de Nadya fue la cocina, abarrotada de cacerolas y enseres para limpiar.

Más allá se encontraba un amplio comedor de roble, debajo del cual unos niños volvieron las cabezas y la miraron, echando a correr hacia su padre.

—Son los hermanitos de Kolia —dijo Iván a la princesa—, Andrei, Oleg y Kirill. También está Masha, que tiene quince años. 

—¿En dónde está su madre? —Nadya miró con simpatía a los tres pequeños que se asían a las ropas de Pietro, siendo despeinados por sus manazas.

Con sus ojos y cabellos morenos, no se parecían mucho a su hermano mayor.

—Mamá murió hace tiempo. —A sus espaldas, Kolia le respondió secamente. Su mirada de acero le taladraba la nuca—. Mis hermanos son hijos de su esposa.

Nadya sintió un arrebato de lástima hacia él. Sabía lo que era crecer sin una madre y temía haber cometido una indiscreción.

Una mujer madura y de larga cabellera negra salió de la habitación contigua, llevando un bordado en las manos. Detrás de ella apareció una adolescente de ojos tan grises como los de Kolia. Su rubia melena había sido recogida en una trenza complicada. Nadya la vio intercambiar unas cuantas palabras con su padre. Luego, volteó a verla a ella y esbozó una amable sonrisa.

Al parecer todos en esa familia, con excepción del primogénito, eran personas gentiles.

—¿Y esto? ¿Por qué habéis vuelto tan pronto a casa? —La mujer besó a su marido, miró a los jóvenes y reparó en Nadya con extrañeza—. ¿Ha ocurrido algo?

—Es una sorpresa inesperada, querida mía. Resulta que la hermanita de Vanya 2 nos está visitando —contestó Pietro—. Ya te explicaré, primero debo tener una larga conversación con los muchachos.

—Con que su hermanita, ¿ah? Sabía que nuestro Vanya guardaba un secreto —afirmó ella, sonriéndose astutamente—. Primero los vientos de anoche y ahora esta increíble visita, esa es una extraña coincidencia, ¿a que sí?

—No es coincidencia, ¡es la maldición! ¡Os dije que todos estábamos condenados! 

—Masha, cariño, cálmate de una vez.

—Sí, ya cálmate Masha, este no es buen momento —le espetó su hermano.

—Eso no se ve nada bien —Masha señaló la nariz inflamada de Kolia, quien volvió a sonrojarse de vergüenza—. ¿Qué te pasó?

—¡Nada! Estoy bien.

—¿Te lo ha hecho ella, acaso? Sin duda la habrás asustado con alguna de tus tonterías. Nunca vas a madurar, Kolia.

—¡Ya cierra la boca, sabandija!

—Bueno, que no se diga que la mujer de Pietro Sokolov no es hospitalaria con sus invitados. Supongo que tendrá hambre. —Yelena detuvo el enfrentamiento entre sus hijastros, al notar que su esposo estaba a punto de regañarles—. Ven a ayudarme, Masha.

La chica le siguió hasta la cocina y los demás se congregaron en el comedor.

—Siéntese conmigo, Alteza y cuénteme que es lo que le ha traído tan lejos de palacio. —Pietro la invitó a sentarse a la cabecera de la mesa, lugar que ella declinó con un ademán gracioso, optando por tomar asiento a un lado—. Claro que antes, Iván tiene que darnos unas cuantas explicaciones. Ah, ¡debe estar hambrienta! Mi querida Yelena ha ido a prepararnos algo, ¡ya verá qué maravilla! ¿A dónde crees que vas, Nikolái Pietrovich? Tú eres tan culpable de este enredo como lo es nuestro querido Vanya, ¡ni pienses que te vas a librar de mí!

Kolia, que había comenzado a retirarse disimuladamente, rezongó y se sentó junto a su amigo.

—Papá, Iván no ha hecho nada malo.

—Si eso es verdad, no entiendo porque habría de mentir sobre quien es. 

—No tenía más opción, Pietro. No quería que me encontrara mi padre, él siempre deseo que me enrolara en la milicia y me llenara de condecoraciones, que me casara con alguna chica de la nobleza y asistiera a fiestas estúpidas. Yo quiero conocer el mundo, ¡debo asegurarme de vivir mi vida!

—Y yo debo asegurarme de conservar la cabeza sobre mis hombros, muchacho. ¡Tengo una familia que depende de mí y una aldea entera a mi cargo! Si el emperador se llegase a enterar de donde has estado todo este tiempo, la manera en que hemos sido tus cómplices… ¡no quiero imaginar la clase de castigo que nos esperaría! Especialmente a mí.

—Bueno, para ser justos, papá jamás ha ejecutado a nadie —dijo Iván, intercambiando una expresión incómoda con su hermana.

—Eso es verdad —agregó Nadya.

—Quizá porque nadie le ha dado motivos aún, ¿y cómo atreverse con las cosas terribles que se cuentan sobre el Ejército Imperial? A menos que uno esté lo suficientemente loco como para unirse a esos ilusos revolucionarios, no emitiría la menor protesta. El zar se ha convertido en un hombre tan duro. Y la prisión tampoco es una opción agradable para mí, si queréis saberlo.

Pietro suspiró pesadamente.

—Realmente querido Vanya, acabas de ponerme en un dilema. Yo no puedo tratar con ningún príncipe, soy un hombre modesto y simple.

—¿Eres un príncipe? —Masha salió de la cocina, sosteniendo un tazón rebosante de sopa entre las manos y mirando asombrada al pelirrojo—. ¿Por qué nunca nos dijiste la verdad? Creí que no tenías a nadie en el mundo, ¡y resulta que he estado viviendo con el hijo del zar bajo el mismo techo! Me has decepcionado, Vanya.

—¡Eso nunca fue de tu incumbencia! —exclamó Kolia a la defensiva, interviniendo por su azorado amigo.

A continuación se quejó cuando la adolescente cerró un puño y le dio un golpe en el hombro, pasando de largo y colocando el cuenco frente a Nadya.

—Tome esto, Alteza. Le hará entrar en calor.

—Muchas gracias. —La zarevna sumergió un cucharón en el caldo con delicadeza y se lo llevó a la boca, una calidez reconfortante se extendió desde sus labios hacia el resto de su cuerpo.

Pronto, tres tazones idénticos fueron colocados frente al resto de los presentes, así como una bandeja con rebanadas de dárnitski 3 y otro de pescado con especias. Pietro fue a por una botella de vodka y vertió una pequeña cantidad en el vaso de la princesa, gracias al cual sus mejillas recobraron su color al instante.

Yelena se retiró para llevarse a sus hijos, no sin antes ofrecerle una reverencia a Nadya, repentinamente seria. Llamó a Masha para que la acompañase; algo que no le hizo gracia a esta última, a juzgar por los vistazos inquisitivos que les lanzó por encima del hombro, mientras salía con los niños.

—Supongo que este ajuste de cuentas tendrá que esperar. —Pietro miró de soslayo a su hijo, severo—. Iba a contarnos cual era ese asunto suyo tan importante, Alteza. ¿Acaso su padre sospechaba el paradero de Vanya?

—Oh no, estoy segura de que no —le dijo ella—. De hecho, me temo que papá no puede dar ninguna orden, ni hablar con nadie. Está en peligro.

—¿A qué te refieres? —preguntó Iván consternado.

—Él fue arrestado, Iván. Ayer por la noche.

Todos en el comedor soltaron sus cucharas abruptamente, mirándola con perplejidad.

—¿Arrestado? ¿Qué quieres decir con eso? No pueden arrestarlo, ¡es el zar!

Nadya suspiró.

—Lo han hecho, Iván. Lo llevaron al calabozo la noche de mi cumpleaños. No he podido hablar con él desde entonces.

—Dijiste que él te había enviado —apuntó Kolia de modo acusador.

Su padre le dio un pellizco.

—¡Todo es culpa del Comandante Komarov! Quiere quedarse con su trono, me confesó que él y sus hombres planeaban asesinarlo esa noche, ¡y tal vez me habría matado a mí también si no hubiese conseguido escapar!

—¡Espera, ¿qué?! ¿Komarov está detrás de todo esto? No puedo creerlo, Nadya. ¡Él juro proteger a papá!

—Pues perdió la cabeza, ¡ha estado apoyando la revolución! Sin embargo… oh Iván, ¡ese no es nuestro único problema! —exclamó la muchacha, acongojada ante la mueca de horror de su hermano.

—¿Qué? ¿Hay más?

—Iván, esto es muy complicado de explicar, pero vas a tener que creerme. ¿Recuerdas lo que se solía contar en el palacio, acerca de Koschéi el Inmortal? Pues, parece que no era un simple cuento de hadas como todos creíamos. Los tornados, las chicas a las que se llevaba, ¡todo era verdad! ¡Y ahora él ha regresado y va a destruir Voldova y…!

Iván se mostró confundido al escuchar ese nombre.

—¿Koschéi? ¿Pero qué…? Un momento, ¿no creerás tú en esa absurda leyenda, o sí? Nadya, todo eso son invenciones. No existe ningún Koschéi el Inmortal, era una historia que los criados contaban para asustarse entre ellos. Probablemente a ti te la contara Irina, o Serguéi; él era más de contar ese tipo de cosas, si mal no recuerdo…

—Por supuesto que no es una invención, ¡Iván, yo lo he visto! ¡Koschéi regresó y ha atacado a papá!

—¿Vas a creerle todas esas estupideces, Iván? ¡Qué tontería, es obvio que está mintiendo! —espetó Kolia.

—¡No estoy mintiendo! —protestó Nadya—. ¡Yo lo vi! ¿Cómo explicáis los vientos de anoche y que el cielo esté repleto de nubes cuando no hay tormenta? Fue porque Koschéi desató otro tornado sobre Voldova. ¡Y quería llevarme con él al Inframundo! 

—¿Y por qué no lo hizo? —replicó el rubio.

—¡Agh! ¡Y yo que voy a saber! —le contestó ella, enfurruñada—. Al parecer quería darme tiempo de pensar mejor en su propuesta, pero no tengo nada que pensar, ¡no quiero ser la esposa de ese ser despreciable! No me escapé de un estúpido compromiso para entrar en otro peor —Kolia arqueó una ceja—. Estoy muy asustada Iván, sabes lo que se dice de él y lo que les hace a las chicas…

—Sí, conozco el cuento. —Iván la interrumpió y puso una mano sobre la suya—. Dime la verdad, Nadya, ¿has huido de palacio? Porque si es así, no es necesario que montes todo este…

Nadya retiró su mano, se levantó de la mesa y gruñó entre dientes, exasperada.

—No deberías subestimar a tu hermana, Iván —le dijo de pronto Pietro, con una expresión sombría y pensativa—. Ella no se habría arriesgado tanto para venir a buscarte si no tuviera un excelente motivo. 

—Es que nada de lo que habla tiene sentido.

—¡Es que no estás escuchándome!

—¡Es que seguramente estás mintiendo! —insistió Kolia, lanzándole a la princesa una mirada de profundo desprecio que fue correspondida fervientemente.

—Alteza, por favor, intentemos hablar con calma. —Pietro le dio una colleja a su hijo, adoptando un tono de voz comprensivo para con la chica—. Creo que todo esto será más fácil si comienza por explicarnos lo que sucedió. Desde el principio.

Nadya suspiró profundamente y asintió, procediendo a relatar todo lo que había ocurrido el día anterior, desde la discusión con su padre hasta el momento en el que había escapado de palacio. Sin embargo, omitió el instante en el que había encontrado aquel extraño huevo en la cámara subterránea y liberado a Koschéi por accidente. No estaba lista para admitir que había cometido una imprudencia tan grande. 

Así que en lugar de ello, hizo como si el Sin Muerte hubiese aparecido de la nada. Pietro la escuchó con suma atención, ignorando los gestos confusos y preocupados de Iván, y la forma en la que Kolia bufaba y ponía los ojos en blanco.

Cuando terminó, un abrupto silencio reinaba en el comedor. El jefe de Zalesky parecía estar meditando cada una de sus palabras, en tanto los muchachos se miraban entre sí, tratando de decidir si debían creerle o no.

—¿Sabe, princesa? —le dijo Pietro, después de una pausa que a ella le pareció interminable—. La mayor parte de las personas ya no recuerda la magia ni las cosas extraordinarias que nos rodean. Pero si algo nos han enseñado nuestros abuelos de la aldea, es que toda leyenda oculta una verdad y que siempre será peligroso subestimar las historias de nuestros ancestros. Algunas de ellas hablan de los tiempos en los que Voldova era atormentada por las artes oscuras del siniestro Koschéi, como lo fueron los treinta reinos olvidados que se perdieron con la Gran Guerra de Lukomorye. Eso explica los misteriosos vientos que no nos dejaron dormir anoche, junto a los hechos insólitos que han estado sucediendo en Zalesky. Ahora sé que nada de esto puede ser coincidencia. 

El hombre se sirvió su tercer vaso de vodka, bebió y lo dejó sobre la mesa con un golpe seco.

—Tu hermana no miente, Iván. Debes creer en ella.

—¿Hablas en serio? —murmuró Kolia.

—Calla, Kolia. ¿Podría recordarme cuales fueron las instrucciones que le dio ese tal Pek, Alteza?

—Dijo que debía ir al este y encontrar a Baba Yagá, ella es la única que puede decirnos como detener a Koschéi.

—¿Baba Yagá? ¿Has perdido la cabeza, niña? —le recriminó Kolia—. ¡Nadie quiere encontrarse con Baba Yagá! ¿Sabes lo que te haría esa bruja si te cruzaras en su camino? ¡No durarías ni un minuto con vida antes de terminar descuartizada en su caldero!

—¡No me importa! —dijo Nadya—, tengo que ayudar a papá. Si no detenemos a Koschéi, él morirá y Voldova quedará en las manos del Comandante Komarov. Es una mala persona, ¡quiere destruir a toda la nobleza!

—¿Por qué deberíamos ayudar al zar? —Kolia se cruzó de brazos—. Él también es una mala persona. ¡Por su culpa nos exigen entregar casi todo lo que producimos! La única razón por la que os obedecemos, es para evitar que el Ejército Imperial venga a arrestar a nuestros hombres, como ya ha pasado en otras aldeas. Ese hombre no se preocupa por nadie más que no sea él mismo. ¡No le debemos nada!

Iván agachó la cabeza, avergonzado.

—¡Papá siempre ha hecho lo que es justo! ¡Tú no lo entenderías, no sabes lo que es gobernar! —respondió Nadya a la defensiva—. ¡Él jamás ha tenido malas intenciones con sus súbditos!

—¿Entonces por qué permite que los nobles abusen de nosotros?

—Es curioso que estés tan ofendido, ¡cuándo sabías que Iván era un príncipe!

—¡Iván es diferente! ¡Ya nos lo ha demostrado! Es uno de los nuestros, dejó todo lo que tenía para vivir como nosotros. No puedo culparlo por escapar de su padre, si yo fuera un hijo del emperador, también sentiría vergüenza.

—Kolia, ten cuidado con lo que dices…

—¡Es cierto, papá! ¡Es cierto y lo sabes! Apenas y pudimos sobrevivir este invierno, si no fuera por los cazadores probablemente nos moriríamos de hambre. Ahora que los animales se han ido, seguramente así será.

Nadya volvió a suspirar, derrotada.

—Él os recompensará cuando todo esto haya terminado, lo prometo —dijo—, hablaré con él para que las cosas cambien, todos lo haremos, ¿no, Iván? Papá no se negará a escuchar a sus hijos. Solo… os suplico que me ayudéis, por favor, no quiero que muera. —Clavó su mirada en el plato medio vacío frente a ella, le faltaba el apetito—. Y no quiero casarme con Koschéi —añadió en voz muy baja.

Iván se volvió hacia ella, acongojado. Miró a Pietro y después a su amigo, pesaroso.

—Siento mucho todo lo que os ha hecho pasar mi padre, de verdad. Pero esto no se trata de él. Nadya es mi hermana pequeña y tengo que ayudarla. Vosotros haríais lo mismo por Masha.

Kolia frunció el entrecejo.

—No puedo negarte que tienes razón, hijo.

—Voy a ir con ella a buscar a esa bruja. No puedo dejarla sola.

—¿De modo que estás decidido, Iván Pietrovich?

—Sí. Y si no queréis verme de ahora en adelante, lo entenderé.

Pietro sacó una larga pipa de un cajón cercano y la encendió tranquilamente.

—En ese caso —habló—, necesitaréis toda la ayuda posible. Tal vez pueda echaros una mano.

—¿De verdad, papá?

—No tenemos opción, Kolia. La comida se va a terminar tarde o temprano y los vientos no se irán hasta que ese ser consiga lo que quiere, o sea destruido. 

—Valiente remedio, lo más probable es que termine siendo la cena de Baba Yagá. Ya sabes lo que se dice de esa vieja, es cruel y sanguinaria con todos los humanos. Ya que estamos hablando de leyendas, deberíais considerar eso.

—No con todos —lo atajó Pietro—. Baba Yagá nunca sería capaz de destruir un alma bendita. El cielo protege a las personas nobles que van a parar bajo su techo.

—Bien, Iván estará a salvo. Porque ningún otro Romanov puede tener la menor pizca de bondad —refunfuñó Kolia.

Nadya lo fulminó con los ojos.

—Mi hijo es necio Alteza, debe disculparlo. Aunque algo de razón tiene, no es prudente que os internéis solos en el bosque, ni que vayáis tras semejante hechicera sin la debida protección.

—No me gusta hacia dónde va esto —dijo Iván.

—¿Usted podría guiarnos hacia ella? —le preguntó la muchacha.

—Yo debo permanecer aquí para cuidar de los míos, Alteza, en especial cuando acaba de advertirme sobre el peligro que corremos todos. Lo mejor será que Kolia vaya con vosotros. 

—¿Yo? —Kolia se señaló, incrédulo—. Papá, no estoy seguro de que esto sea una buena idea…

—Tonterías, Kolia. Eres el indicado para ir con ellos. Después de todo, llegaste hasta las últimas consecuencias para encubrir a tu amigo, ¿no es así? Pues tendrás que demostrar esa  misma lealtad, ahora que debe partir en un viaje tan arriesgado. ¡Sería irresponsable de mi parte dejar marchar solos a estos dos chicos sin experiencia!

—Pero no hay inconveniente cuando se trata de tu hijo —musitó el joven, clavando sus pupilas en el suelo—, debí imaginar que encontrarías la manera más absurda de castigarme.

—Estoy seguro de que te las arreglarás perfectamente, muchacho. Ya ves como confío en ti, a pesar de que me ocultes cosas —le dijo el hombre irónicamente—. Bueno, pues ya que está todo dispuesto no se hable más del asunto. Partiréis mañana temprano, apenas haya salido el sol, eso nos dará tiempo de preparar algunas provisiones. Y si sois lo bastante valientes, con suerte podréis lograr que todo vuelva a la normalidad. Kolia, por primera vez tienes una tarea verdaderamente importante, hijo mío, ¡así que no nos falles, por el amor del cielo!

Kolia volteó a ver a su padre como si quisiera replicar una última vez. No obstante, al toparse con el severo semblante de Pietro permaneció callado. Sabía que no tenía caso discutir con alguien tan testarudo como él, aunque por dentro, la incertidumbre empezaba a comérselo vivo.