EL APARTAMENTO
Todos los días, Olga me mira desde el ventanal tras su balcón. Sus ojos me atraviesan el alma. Intento ignorarla, en vano. Nada ha vuelto a ser lo mismo desde la noche en que me fui.
Su apartamento está en el tercer piso y da hacia la callejuela sombría por la que deambulo a diario, rumbo a la Plaza Principal.
La escena se repite sin cesar en mis sueños. Ella se encuentra en su cama, me pide que le lea una novela de Dickens. Obedezco, taciturno. Hace tiempo que me he cansado de permanecer a su lado. Solo es una anciana aburrida y solitaria.
Entro en el callejón. Bajo la cabeza pero sé que Olga está mirándome. Nunca va a dejar de hacerlo.
Como desearía no haberla matado en ese lugar.