EL LEGADO DE GLORIA MAYFAIR
—¿Qué vamos a hacer con todas estas cosas, Lily?
Nos encontrábamos en mi pequeño apartamento, delante de una caja llena de recuerdos y objetos heredados de mi tía abuela. Lo único que mi hermana había conseguido rescatar de su mansión en Los Ángeles, antes de que la propiedad fuera subastada por el banco. Movido por la curiosidad, mi primo David había venido a ayudarme a clasificar las pertenencias.
No todos los días recibes el pequeño tesoro de una antigua estrella de Hollywood.
—Pensaba subastarlas en línea. Necesito el dinero —respondí mientras abría la caja y examinaba con interés el contenido: prendas pasadas de moda, pequeños recipientes de cristal y porcelana, libros, una pulsera de Lalique…
—El sueño de un coleccionista vintage.
—¿Qué es eso? —preguntó David, señalando un grueso volumen que yacía en el fondo de la caja.
Se trataba de un viejo álbum fotográfico, con gastadas tapas de cuero.
—Parece un álbum de fotos —expliqué, abriéndolo de par en par—. ¡Vaya! Mira esto.
David frunció el ceño, mirando las fotos en blanco y negro que se asomaban desde las páginas amarillentas.
—Así que esa es tu tía abuela, la famosa actriz de los locos 20.
—Gloria Mayfair, en todo su esplendor.
—Sí, esa misma. Todos decían que su mansión estaba embrujada, ¿verdad?
—Entre otras cosas. El típico mito de la estrella de cine maldito, ya sabes.
Era cierto que mi tía abuela había sido una figura enigmática; aunque hoy en día, no se la recordara con la misma prominencia que a otras actrices de la época.
—¿Crees que sea posible vender bien todo esto?
David se encogió de hombros, apenas apartando su mirada de las fotografías.
—Claro que sí. Los objetos de gente famosa siempre tienen mercado en línea, en especial las estrellas malditas de Hollywood. Yo examinaría detenidamente estas fotos. Si son inéditas puede que tengas una reliquia valiosa.
—Me encantaría que así fuera. Mi cuenta bancaria necesita con urgencia un trasplante de efectivo.
Él me sonrió, colocando una mano reconfortante sobre mi hombro.
—No te preocupes tanto, Lily. Estoy seguro de que algo conseguirás. Ahora, ¿por dónde empezamos a clasificar estas cosas?
* * *
Las fotografías sí eran inéditas.
Apenas y conseguí creer mi suerte cuando, tras una extensa búsqueda por Google Imágenes, no me topé con ninguna coincidencia exacta. Ahora solo tenía que encontrar a algún fanático con dinero, interesado en las bellezas hollywoodenses de antaño.
Por segunda vez en el día abro el álbum con interés, sintiendo la textura antigua y desgastada de las páginas bajo mis dedos. La primera fotografía muestra a mi tía abuela, Gloria Mayfair, con una sonrisa radiante, posando elegantemente en un jardín lleno de rosas en flor. Su vestido vaporoso y su sombrero adornado con flores dan testimonio de la moda exquisita de la época. Nada inusual hasta ahora, solo la imagen de una luminaria en su apogeo.
La siguiente imagen la muestra en un set de filmación, luciendo un traje lleno de abalorios en un espectáculo de ensueño, muy de cabaret.
En otra fotografía la veo junto a su perro, un elegante caniche blanco que parece tan a gusto a su lado como ella lo está con él. La escena desprende una cálida intimidad, reflejando la complicidad entre ella y su fiel compañero. Por un momento me siento transportada a ese tiempo pasado, cuando Gloria era simplemente una mujer común y corriente, lejos del resplandor de las luces de Hollywood.
La observo posando con elegancia en distintas estancias de su mansión, misma que por desgracia, nunca llegue a conocer. Está en el jardín, rodeada de exuberantes rosales en flor. En la cocina, amasando galletas. Al final de una larga escalera de caracol y también en su dormitorio, sobre una cama con dosel. Su sonrisa es genuina, y su mirada refleja una serenidad que contrasta con su rutilante estatus de diva del cine. Es como si en esas imágenes cotidianas, la verdadera Gloria se asomara ante mí.
Pero incluso en ellas hay algo que me intriga. Quizá sea ese dejo de melancolía en su semblante, como si estuviera atrapada en una jaula dorada, anhelando algo más, algo que nunca podrá alcanzar. Es como si las sombras del pasado se filtraran incluso en los momentos más felices de su vida, recordándome que detrás de la fama y el glamour, siempre hay algo más profundo.
A medida que avanzo por las páginas, el tono de las imágenes cambia. En una foto, Gloria aparece rodeada de personas en una fiesta nocturna, pero algo en la escena parece fuera de lugar. Las largas túnicas metálicas y máscaras surrealistas de animales que llevan los invitados crean una atmósfera inquietante, contrastando con la clásica elegancia de la mansión. La sonrisa de Gloria parece forzada, sus ojos oscuros refulgen con un brillo inquietante que envía un escalofrío por mi columna vertebral.
¿Quiénes eran esas personas y qué estaban haciendo con mi tía abuela?
Mis dedos se deslizan sobre la siguiente página, revelando otra imagen desconcertante, donde Gloria está rodeada por el mismo grupo de personas. Aún portan las máscaras que ocultan sus rostros.
Siempre escuché que las fiestas del Hollywood de los 20 eran extravagantes, pero esto, francamente, tiene un tinte perturbador.
Supongo que eso aumentará su valor en línea, me dije, mientras cerraba el álbum.
Aunque estas fotografías ofrecen un vistazo a la vida privada de Gloria, también me dejan con más preguntas que respuestas. ¿Qué secretos ocultaban esos momentos de aparente felicidad? ¿Y cómo se conectaban con ellos las extrañas imágenes de la fiesta de máscaras?
* * *
En mi sueño, me veo envuelta en escenas de la vida cotidiana de Hollywood de los años 20. Soy Gloria Mayfair, la más bella mujer de la época, amada por los reflectores y rodeada de cámaras parpadeantes. Camino por las calles de la ciudad, donde el bullicio de la actividad cinematográfica llena el aire con una energía eléctrica. Las estrellas de cine desfilan por las aceras, rodeadas de admiradores y paparazzi que buscan capturar un destello de su glamour.
Entro en una cafetería elegante, donde las mesas están adornadas con manteles blancos y las sillas son de terciopelo rojo. El murmullo de conversaciones animadas llena el espacio, mezclado con el tintineo de las tazas de porcelana y el aroma tentador del café recién hecho. Me siento sola en una esquina, observando a la gente pasar mientras me sumerjo en el bullicio de la vida urbana.
Incluso en medio de esta aparente normalidad, me abruma un sentimiento de inquietud del que no puedo desprenderme. Las miradas furtivas y las risas nerviosas me siguen a cada paso, como si estuviera siendo observada por ojos invisibles desde las sombras. Los rostros de la multitud parecen distorsionarse y retorcerse, revelando la verdadera naturaleza de los que me rodean…
Ahora estoy en el centro de un set de filmación, el calor de las luces artificiales enciende mi piel. La sensación de malestar persiste, como si estuviera atrapada en una jaula de oro, obligada a actuar un papel que nunca elegí.
De repente, la escena cambia y me encuentro en una fiesta lujosa, rodeada de invitados vestidos con sus mejores galas. La música de charleston se escucha desde todos los rincones y las risas flotan como burbujas de champán. Mientras observo a la gente bailar y charlar, un sentimiento de alienación se apodera de mí. Me siento como si estuviera viendo todo desde fuera, una observadora solitaria en un mundo de engaños.
Cuando menos lo espero, estoy caminando por los opulentos pasillos de mi elegante residencia. Las sombras bailan a mi alrededor, susurrando palabras incomprensibles que me hacen estremecer. Una pesada puerta entreabierta me llama al final de un largo corredor.
Al cruzar el umbral me encuentro en una habitación suntuosa, adornada con cortinas de terciopelo rojo y centelleantes candelabros. Una multitud de figuras enmascaradas, vestidas con túnicas de plata, se reúne en torno a mí, sus ojos ocultos detrás de rostros extraños de animales. Susurran entre ellos en una lengua que no logro comprender, sus voces tintinean en mi mente como campanas de funeral.
Mi perspectiva cambia y me descubro fuera de mi cuerpo (el de Gloria), convertida en la espectadora impotente de un mundo que no puedo entender. Las risas y la música retumban en mis oídos. No sé lo que es, pero algo va terriblemente mal…
Despierto con el corazón golpeando contra mi pecho, la pesadilla aún se confunde en mi mente con las imágenes del ayer. No debí dejarme sugestionar por esas últimas fotografías en el álbum.
* * *
Al principio, mi fascinación por las imágenes me consume por completo. Siempre me ha gustado contemplar a las celebridades en su intimidad —como a todos, supongo—, pero saber que esa belleza de una época tan distante, forma parte de mi pasado familiar, hace que la experiencia sea mucho más emocionante.
Sin embargo, cada vez que vuelvo a observar con detenimiento, noto algo inquietante en las fotografías de los momentos cotidianos de Gloria. Todo luce normal en apariencia, hasta que mis ojos se posan en los rincones oscuros de aquellos retazos de tiempo, buscando algo que no logro entender del todo.
Es entonces cuando lo veo. Una sombra sutil, apenas perceptible, parece acechar a la actriz en cada foto. Se desliza en los márgenes de la luz, siempre al borde de mi visión, como si estuviera esperando su momento para revelarse por completo.
¿Estuvo allí todo el tiempo, oculta a mis ojos? ¿O acaba de aparecer, emergiendo de las profundidades del pasado para causarme pesadillas?
La sombra no tiene forma definida, pero su presencia es palpable. Se contorsiona igual que una serpiente, deslizándose entre los pliegues del tiempo y el espacio. Un escalofrío recorre mi espalda. Siento como si estuviera siendo observada, analizada, juzgada por algo que trasciende la realidad misma.
Pero lo que más me perturba son los cambios en la figura de Gloria. En las primeras fotos, su rostro refleja la típica elegancia de una estrella de la época. No obstante, a medida que avanzo en el álbum, la expresión parece alterarse sutilmente. Los contornos de su rostro se vuelven más afilados, sus ojos brillan con una intensidad desconcertante, parecen mirarme directamente desde el papel.
Es como si la esencia misma de la tía abuela estuviera cambiando ante mis ojos, transformándose en algo oscuro. Me pregunto si estas alteraciones son producto de mi mente o si realmente hay algo siniestro en juego.
¿Qué secretos oculta este álbum y cuál es su conexión con la presencia acechante que vive entre sus páginas?
Aunque me había propuesto evitarlo, vuelvo a las últimas fotografías, testimonio siniestro de una fiesta que no parece del todo inofensiva. La sombra también se encuentra allí, transfigurada en una silueta de un ídolo de piedra, alto y espeluznante, que se confunde con el resto de la decoración ceremonial que envuelve a los asistentes enmascarados.
No puedo apartar la mirada, hipnotizada por el terror que me inspira esa figura ominosa. Sus contornos parecen fundirse con las sombras, difuminándose en la oscuridad como un espectro de pesadilla.
Cuando finalmente aparto la mirada, mi corazón late con fuerza en mi pecho y mis manos tiemblan incontrolablemente.
Las noches se han vuelto cada vez más angustiantes desde que comencé a examinar el álbum de fotos. Ahora, mis sueños están plagados de visiones perturbadoras que se entrelazan con la vida de Gloria. En elllos, me veo a mí misma vagando por los pasillos de la mansión Mayfair, envuelta en la opulencia de la época dorada de Hollywood.
Pero estos sueños no son solo recuerdos vívidos de la vida de mi tía abuela. También están llenos de imágenes surrealistas y terroríficas que no puedo explicar. Todos transcurren en la habitación secreta, la de las cortinas de terciopelo y lámparas refulgentes. A mi alrededor, hombres y mujeres anónimos se reúnen en silencio, con sus túnicas ondeando en la brisa.
Observo con horror mientras una figura encapuchada, más alta que las demás, se yergue en el centro de la habitación. Su presencia es abrumadora, imbuida de una oscuridad que amenaza con devorarlo todo. Los cultistas se inclinan ante él en reverencia, y puedo sentir el poder oscuro que emana de su ser.
En otro sueño me encuentro en el set de una película, rodeada por las luces brillantes y la actividad frenética de la filmación. Los actores parecen ajenos a sí mismos, influidos por una malevolencia que no puedo describir. La atmósfera está cargada de tensión, estoy al borde de un abismo del que no hay retorno.
Estas pesadillas me persiguen incluso cuando despierto y amenazan con consumir mi cordura. Debería desprenderme de ese maldito álbum fotográfico de una vez por todas, venderlo online al precio que sea, pero algo, la fuerza de un poder incierto, me impide deshacerme de él.
El miedo se ha convertido en mi compañero constante, y me pregunto si alguna vez podré escapar de la influencia maligna que parece envolverme.
* * *
El oscuro misterio detrás de la leyenda de la Perla de Hollywood
Por Evan Johnson
En la luminosa era dorada del cine, pocos nombres resonaron con tanta fuerza como el de Gloria Mayfair. Con su belleza deslumbrante y su talento excepcional, Mayfair conquistó los corazones de millones de cinéfilos en todo el mundo, convirtiéndose en un ícono del celuloide y en un símbolo de la edad de oro de Hollywood. Sin embargo, detrás de la fachada de glamour y éxito, se ocultaba un enigma oscuro que aún desconcierta a los amantes del cine y a los buscadores de lo paranormal por igual.
La muerte prematura y violenta de la Perla del Celuloide —como solía llamarla la prensa de la época—, solo sirvió para aumentar el misterio que la rodeaba, dejando tras de sí un legado de especulación y rumor que ha perdurado durante décadas. En 1928, Mayfair fue encontrada muerta en su mansión de Los Ángeles en circunstancias misteriosas y perturbadoras. Su cuerpo, arruinado por múltiples contusiones de procedencia desconocida, y los cardenales que deformaban su rostro, recibió a las autoridades en una escena que parecía sacada de las páginas de una novela de terror gótico.
La policía concluyó que la muerte de Mayfair había sido el resultado de un accidente doméstico, despertando la indignación y el escepticismo en la audiencia.
Aunque a la fecha se trata de un caso sin resolver, lo cierto es que nunca han dejado de circular conocidas teorías al respecto, siempre alimentadas por la sospecha de que la actriz estaba involucrada en prácticas ocultas para alcanzar la fama y el éxito en la industria del cine.
Uno de los rumores más persistentes es que Mayfair habría hecho un pacto con un culto siniestro para lograr la gloria en la pantalla grande, sacrificando su alma en el proceso. Otra teoría sugiere que fue víctima de una conspiración diabólica, perpetrada por enemigos celosos que no podían soportar su ascenso meteórico al estrellato. Se especula que aquellos que envidiaban su éxito se unieron para poner fin a su vida y silenciar su voz, con el fin de proteger sus propios intereses y mantener su posición en la jerarquía de Hollywood.
Independientemente de la verdad detrás de su fallecimiento, lo cierto es que Gloria Mayfair sigue siendo una figura fascinante y enigmática en la historia del cine americano. Su legado perdura en las películas que dejó atrás, así como en las leyendas que han crecido en torno a su vida y su obra. Y aunque su voz se haya apagado hace décadas, su influencia en el mundo del espectáculo y su impacto en la cultura popular nunca serán olvidados.
El artículo que abarca la pantalla de mi iPad, como tantos otros que he leído, es superficial y especulativo en cuanto a las espeluznantes circunstancias que llevaron a la tía abuela a su final.
Mis días se han convertido en una búsqueda interminable de respuestas. Me encuentro absorta en montañas de blogs conspirativos y archivos en línea, tratando desesperadamente de descubrir la verdad detrás de su vida y su muerte. Pero por más que me sumerjo en la oscuridad de su pasado, sigo encontrándome con callejones sin salida y respuestas elusivas.
Las biografías que encuentro; comenzando por su página en Wikipedia, ofrecen tan solo unos cuantos fragmentos de la verdad, una verdad distorsionada por el paso del tiempo y los rumores. La tragedia de su fallecimiento sigue siendo un misterio envuelto en sombras, un evento que ha nutrido las leyendas urbanas y los mitos de Hollywood durante décadas.
Algunos dicen que fue un asesinato, perpetrado por un amante celoso, un enemigo envidioso o una secta satanista. Otros sugieren que fue un suicidio, impulsado por la presión implacable de la fama y la fortuna. Pero la certeza sigue siendo esquiva, oculta detrás de una cortina de especulaciones.
A medida que profundizo en la investigación, me encuentro cada vez más frustrada por la falta de respuestas. Todos los archivos que leo están llenos de lagunas y contradicciones. Me doy cuenta de que estoy persiguiendo fantasmas en mi búsqueda de la verdad.
Mientras tanto, los sueños no han hecho más que empeorar. Si no encuentro las respuestas que busco tendré que internarme en un psiquiátrico, o esta obsesión terminará por consumirme.
* * *
—¿Has estado durmiendo bien, cariño? Tienes un aspecto horrible.
—También me da gusto verte, papá.
Bien, sé que mi padre tiene razón en cuanto a mi aspecto pero no creo que sea necesario mencionarlo en voz alta. Entro en su estudio con desgana y me agachó para acariciar a Apolo, su viejo y amistoso labrador. Creo que incluso él luce mejor que yo en estos instantes.
—No estaba criticándote, en serio me sorprende verte así —dijo él, conciliador—. ¿Y qué te trae por aquí? —preguntó, deslizando los anteojos hacia abajo por su nariz y frotándose los ojos con cansancio.
Respiré profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresarme.
—Tengo algo que mostrarte. Es sobre la tía abuela —respondí, sacando el álbum de fotos de mi bolso y colocándolo sobre su escritorio.
—¿Eso era de ella? Tu hermana me comentó que no había logrado conseguir gran cosa de la mansión. Yo no me habría molestado en intentarlo, a decir verdad.
Mis dedos rozaron la superficie áspera del álbum mientras lo abría, revelando las imágenes en blanco y negro que habían consumido mis pensamientos durante días. Mi padre observó en silencio, su mirada se volvió seria mientras mientras examinaba las fotos con detenimiento.
—¿Qué es esto? —inquirió.
—Son fotografías inéditas, el álbum estaba entre las cosas que Emily encontró en la mansión de Gloria. Hay algo extraño en estas fotos, ¿no crees? —pregunté, mis ojos buscando los suyos en busca de confirmación.
Sus cejas se fruncieron cuando se detuvo en las imágenes que mostraban la fiesta de máscaras y las figuras siniestras que rodeaban a mi tía abuela.
—Sí, es ciertamente inquietante —admitió—. Aunque no tan extraño, considerando las extravagancias de la época. Créeme, de niño escuché historias que harían ruborizar a los jóvenes de hoy en día. Bueno, ¿qué pasa con en este álbum?
Sin revelarle mis inquietudes sobre las otras fotos, le señalé las imágenes que mostraban a Gloria en situaciones aparentemente normales. Sin embargo, no dio muestras de notar nada anómalo; solo mis ojos veían más allá de la superficie, detectando la oscuridad oculta que se filtraba desde las páginas.
—Tu tía abuela era una mujer guapísima, ya lo creo.
—Papá, ¿sabes algo sobre los rumores que rodean a Gloria? ¿Y de dónde podrían haber salido estas últimas fotos? —le pregunté, expectante.
Su expresión se volvió sombría, como si estuviera luchando con una verdad que preferiría mantener oculta.
—Los rumores son solo eso, Lily. Rumores —respondió evasivamente—. Y en cuanto a las fotos, no tengo idea de dónde podrían haber salido.
—¿Estás seguro?
—¿A dónde quieres llegar con todo esto, cielo?
—Yo solo… es que quiero saber —insistí—. Creo que puedo vender estas fotos en línea, pero ya sabes, una buena historia siempre ayuda a despertar el interés de la gente. Y creo que puede haber una realmente buena detrás de esas imágenes, ¿no?
Papá respiró hondo, sabiendo que no lo dejaría en paz hasta lograr mi cometido.
—No sé si sea la persona indicada para contarte esto, Lily, sabes que nunca conocí a tu tía abuela Gloria y mi abuelo prefería evitar el tema. Era una mujer complicada. Admirada por muchos, pero también envuelta en escándalos y controversias —explicó, al tiempo que se recostaba en su silla—. Hubo rumores sobre su involucramiento en prácticas oscuras, como ya sabrás, aunque nada se probó. Supongo que lo más interesante que puedo decirte, es que hubo un hombre en su vida del que rara vez se hablaba: Robert Blackwood.
—¿Robert Blackwood? ¿Quién era él?
—Era un fotógrafo apasionado, talentoso, pero atormentado. Gloria y él tuvieron un romance. Un amorío que trajo consigo su propio conjunto de problemas —explicó mi padre—. Y luego todo terminó de manera trágica. Se dice que después de la muerte de Gloria, Robert cayó en una espiral descendente. No solo había perdido a su gran amor, sino que también era un potencial sospechoso. Probablemente le habrían echado el guante de no ser porque se quitó la vida en su estudio. Se dice que cuando lo encontraron, sostenía una fotografía de ella en la mano.
La habitación se llenó de un silencio pesado, roto solo por el susurro de las hojas de papel cuando mi padre cerró el álbum de fotos con cuidado.
—Fue un final triste para una historia que quizá nunca debió ser contada —murmuró—. A mi abuelo no le gustaba hablar de ello, los escándalos de Gloria eran una gran vergüenza para la familia. Pero eso ya es cosa del pasado. Y si yo fuera tú hija, ocuparía mi atención en cosas mejores.
Su consejo quedó abandonado en un rincón apartado de mi mente mientras volvía a casa. Era inútil intentar apartarme del asunto que había desenterrado. ¿Qué más había oculto en los recovecos de la historia de Gloria Mayfair? Y más importante aún, ¿cómo podría dejar atrás un misterio que parecía seguirme incluso en mis sueños más oscuros?
* * *
La conversación con papá no hizo sino aumentar el peso abrumador de un secreto que estaba aturdiéndome. Puede que estuviera volviéndome loca, pero ahora tenía la certezas de que esa presencia oscura e indescriptible de la fiesta de máscaras, estaba siempre a mi lado, observándome desde las sombras.
Decidí que ya era suficiente. No podía permitir que unos absurdos rumores del pasado destruyeran mi presente. Si ese algo no me permitía desprenderme del viejo álbum, tendría que recurrir a otra alternativa.
Con determinación, me dirigí hacia la chimenea en la sala de estar, donde el fuego crepitaba suavemente, ansioso por consumir el objeto de mi obsesión.
Tomé el álbum entre mis manos trémulas, sintiendo su peso como una losa sobre mi conciencia. Cada página parecía susurrar un secreto que ya no quería escuchar. Con un movimiento brusco, lo arrojé a la hoguera. El calor del fuego lamía las páginas, devorándolas con avidez voraz. Me quedé muy quieta, contemplando con una mezcla de alivio y temor como las llamas envolvían las fotografías, consumiendo los recuerdos de una vida pasada.
Pero incluso mientras la chimenea crepitaba y las páginas se convertían en cenizas, no pude evitar la abrumadora inquietud que me abrazó desde lo más profundo de mi ser. Como si algo estuviera mal. Como si mi decisión de destruir el álbum no fuera suficiente para romper el vínculo que me había unido a la oscuridad.
El calor del fuego parecía calar hasta mis huesos, algo seguía observándome. Una presencia invisible, pero palpable, que se deslizaba en los rincones oscuros de mi mente.
¿Qué más debía hacer para liberarme de esta pesadilla? ¿Cómo podría escapar de las garras de un pasado que se negaba a ser olvidado?
* * *
También esa noche me vi sumergida en un mundo de sombras y reflectores, donde la línea entre la realidad y la fantasía se desvanecía por completo. Volví a caminar por los sofisticados pasillos de la mansión Mayfair, ese decadente monumento a la grandeza cuyos rincones ya conocía a la perfección, pese a no haber puesto un pie nunca en ellos.
Mis zapatillas resonaban sobre el suelo de mármol, haciendo eco de la historia maldita que se tejía entre esas paredes. Las sombras danzaban a mi alrededor, contorsionándose con ojos sin rostro que me observaban desde las profundidades de la oscuridad.
Me vi a mí misma, como en un espejo distorsionado, avanzando hacia la gran sala que se extendía ante mí. Las puertas se abrieron con un crujido ominoso, revelando el interior iluminado por una luz mortecina que parecía emanar de ninguna parte.
En el centro del salón, rodeada siempre por su séquito de adoradores enmascarados, estaba Gloria Mayfair, mi tía abuela, con su eterna sonrisa en los labios y un brillo de locura en los ojos. Sus cabellos dorados se mecían con el viento fantasmal que soplaba a través de las ventanas rotas, y su figura envuelta en seda escarlata se erguía con una presencia imponente, que inundaba la habitación.
—Lily, querida —susurró, seductora—. Te hemos estado esperando.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras los sectarios se volvían hacia mí, sus ojos despidiendo destellos sobrenaturales tras las caras de animales grotescos, hablando en susurros ininteligibles y emitiendo risas guturales.
A pesar de la sensación de peligro inminente que me embargaba, algo en lo más profundo de mi ser me instaba a acercarme más, a unirme a ellos en su oscura danza. La tentación de dejar atrás la realidad y sumergirme en el abismo de la locura era abrumadora, irresistible.
Pero en el último momento, justo cuando estaba a punto de dar el paso final, un grito rasgó el silencio de la noche, rompiendo el hechizo que me tenía atrapada. Me desperté con el corazón acelerado, un sudor frío resbalaba por mi piel mientras luchaba por normalizar mi respiración.
La pesadilla había terminado, pero el miedo permaneció, envolviéndome en su abrazo gélido mientras me enfrentaba a la verdad oculta entre las sombras de mi mente.
* * *
A medida que el sol se elevaba sobre el horizonte, me encontré contemplando el amanecer con una sensación de angustia que ahora solo consigo adormecer con alcohol. Cada sombra parece contener una amenaza oculta, cada rincón esconde un peligro desconocido. Me hallo constantemente mirando por encima de mi hombro, temerosa de que ese algo esté siguiendo mis pasos.
A pesar de mis esfuerzos por mantenerme cuerda, las pesadillas no han cesado. Noches tras noche doy vueltas en la cama, sumergida en un mar de sueños oscuros y visiones perturbadoras que me atormentaban sin piedad. La figura de Gloria, con su sonrisa deslumbrante y sus ojos llenos de locura, continua apoderándose de mis sueños con promesas de poder y grandeza.
Y mientras el tiempo avanza y los días se convierten en semanas, la sensación de que algo siniestro se está acercando a mí solo se hace más fuerte. Hace tiempo llegué a la conclusión de que el culto al que estuvo vinculada la tía abuela sabe de mi existencia. Probablemente siempre lo supieron y encontrar ese álbum no fue ninguna casualidad. Tal vez ahora están buscándome para continuar lo que ella había comenzado.
La pregunta es, ¿por cuánto tiempo estaré a salvo de sus garras? ¿Qué haré cuando lleguen a dar conmigo, arrastrándome hacia su mundo de perversión?
Estas cuestiones se convertido en un eco constante en mi mente, alimentando mis temores y erosionando mi determinación. Lo peor es la oscura certeza que me habla desde el corazón, advirtiéndome que no puedo escapar a ese destino impuesto por los lazos de la sangre.
Eve Valdane ©