ALZHEIMER
—Beth, ¿por qué ya nunca vienes a verme? Eres una malagradecida. Sigues enfadada por lo del bebé, ¿ah?
—No soy mi madre, abuela. Soy yo, tu nieta. ¿De que bebé estás hablando?
—Sabes que tenía que hacerlo, era lo mejor para ambos. Tu hermana no puede valerse por sí misma, ¿cómo iba a cuidar de esa criatura? Si no se hubiera metido con ese bastardo, nada de esto habría sido necesario.
—¿Qué?
—Siempre recriminándome con lo mismo. Pero no hiciste nada para detenerme cuando me deshice del niño, no lo hiciste. Eres una hipócrita. ¡Hipócrita!
—Abuela, ¿qué acabas de decir?
La anciana se volvió hacia ella, inexpresiva. Los ojos de la joven la miraban con horror.
—Dios mío… abuela, ¡¿qué hiciste!
—¿Y tú quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?