CÁMARA ESPÍA
Hackear cámaras de seguridad era entretenido. Había algo fascinante en el hecho de observar a decenas de personas en la intimidad de sus casas, sin que se dieran cuenta.
Como esa chica morena y atractiva, a la que a menudo espiaba en su habitación. Ahora estaba en la cama con su marido, como de costumbre.
Solo que esa noche iba a presenciar un espectáculo un tanto diferente.
—¡¿Qué carajo?!
El sujeto contempló impotente como la joven desgarraba la piel de su desprevenido esposo, mostrando dos hileras de dientes afilados. Ni siquiera había tenido tiempo de gritar. La chica lo masticaba y engullía igual que un animal salvaje.
La sangre se le congeló cuando ella alzó la mirada y se fijó en la cámara oculta, sonriendo. Una sonrisa llena de maldad.
Entonces avanzó hacia ella, exhibiendo aquellos dientes afilados.