EL MIRADOR
Hoy volví al lugar donde nos conocimos, hace más de diez años. El viejo mirador de la playa no ha cambiado, aún conserva los mismos faroles de luz y sus bancos de madera desgastada.
Fue aquí donde pasamos nuestro último verano como niños. Me prometiste que nos reencontraríamos al año siguiente, antes de que volviera a la ciudad. Antes de que salieras en tu bote, aquella mañana de Agosto y el mar te envolviera con su abrazo traidor. Nunca recuperaron tu cuerpo.
Se está haciendo de noche. Camino hacia la costa, expectante. Una silueta oscura emerge de las aguas. Tú vienes hacía mí, lentamente.
Igual que todos los veranos.
Sonrío.
—Bienvenido. Te estaba esperando.