FANTASMAS

—Con que este es el famoso lugar —dije, contemplando la vieja construcción que se alzaba en el extremo opuesto del lago—, el infame orfanato de Saint Étienne. No parece tan terrible.

—Es un sitio espantoso. No te conviene acercarte allí.

—¿Es verdad lo que dicen de él?

Yves me lanzó una mirada sombría al tiempo que remaba.

—Sí, es verdad, nunca se supo quién o qué provocó el incendio. Ocurrió en el 64. Todos los niños murieron, abrasados por las llamas. Desde entonces la casona ha permanecido abandonada.

Atardecía. Creí escuchar el eco de una risa infantil. Entonces miré hacia atrás.

Pequeñas siluetas infantiles jugaban a lo lejos, lloraban y se reían. Miré a Yves, horrorizada. Pero él solo siguió remando.