LA BIBLIOTECA

Mientras organizaba las estanterías, un libro en particular llamó su atención. Era un ejemplar robusto y antiguo, de tapas oscuras y sin título visible. Recordó entones las palabras del viejo bibliotecario. 

—No me detendría a leer si fuera tú, nadie lo ha hecho en años. Este lugar es celoso con sus historias. Y Dios sabe que hay historias que es mejor mantener en secreto. —Eso es lo que él había dicho.

Palabras necias de un hombre loco y solitario.

La chica abrió el libro y deslizó las páginas amarillentas antes de parar en una ilustración. La imagen mostraba a una hermosa doncella bailando en los brazos de   su príncipe. Él, apuesto y encantador, ofrecía al lector una inquietante sonrisa. 

Ella, sin embargo, no sonreía.

—Ayuda —susurró una voz desde el interior del libro.