LA OTRA

La madre recibió a su marido con angustia contenida.

—Está ocurriendo de nuevo.

—¿De qué hablas?

—La niña. Solo mírala, mira lo que está…

—Jane, cariño.

El padre apoyó una mano sobre el hombro de su hija y le hizo darse la vuelta. Ella alzó la mirada, indiferente, la frialdad en su semblante le dejó atónito. 

Pues no era ella quien lo estaba observando.

—¿Dónde está nuestra niña?

Ambos se sintieron estremecer cuando los ojos de la pequeña se entrecerraron con astucia, al tiempo que dibujaba una cruel sonrisa.

—Está encerrada y yo estoy aquí para jugar.