UNA LUZ PARA TI

—¿Por qué siempre que venimos enciendes una vela, papá?

—Es la tradición. Cada veladora en el Templo de las Ánimas es una luz para esas personas que amamos y que ya no están con nosotros. Una luz que les otorgamos para que puedan encontrar el camino al cielo. 

—¿Y esta? ¿Para quién es?

—Para ti.

La niña se volvió hacia a su padre. Él le devolvió la mirada, las lágrimas empañaban sus ojos. Su pequeña lucía tan pálida y tan indefensa como aquel día, el último que pasó en el hospital.

Se arrodilló frente a ella, como todos los años, con el alma destrozada y la voz quebrada por el llanto.

—Perdóname por no haber podido salvarte, hija.