¿9 VIDAS?

Cariño, ¡mira quién está de vuelta!

La sangre se me heló al ver a mi esposa sonriéndome, mientras sostenía al gato entre sus brazos. Su negro pelaje, sus grandes ojos verdes y esa cicatriz en su pata izquierda eran inconfundibles.

—Este pequeñito no aprende, siempre escapándose a no sé donde. ¡Ya es la novena vez! Debemos esterilizarlo, o nunca parará de salir de casa.

Asentí, horrorizado, sabiendo que se trataba del mismo felino. 

El mismo al que había abandonado a propósito en otra ciudad, solo para regresar y encontrarlo en el regazo de mi mujer. El mismo al que había intentado extraviar, envenenar y atropellar, sin éxito. 

El mismo al que acababa de ahogar, antes de cortar en trozos su cuerpo inerte y quemarlos en medio del bosque.

Estaba de vuelta. De nuevo. Nueve veces.

No tenía escapatoria.