ABDUCCIÓN

Aparecía en mis sueños cada noche. El umbral gigantesco. Era tan real que podía sentir la luz que emanaba del mismo. Y aquella mano humanoide, extendiéndose hacia mí, el globo ocular que me devolvía la mirada sobre la palma del ser desconocido…

—Creo que he sido abducido por extraterrestres —fue lo que le dije a mi psiquiatra, tras varias noches en vela. Mas él no me creyó. Nadie lo hace.

Pero una noche, mientras volvía a casa, volvió a ver el umbral. Era idéntico al de mis sueños. Y esta vez estaba despierto.

—Ven. —Una voz extraña replicó en mi cabeza—. Estás listo para volver.

—¿Volver? —pregunté, aterrorizado. ¿Iba a ser secuestrado?

—No. Tú eres uno de nosotros —respondió la voz, tranquilizándome.

Sentí un cosquilleo en las manos. Las miré. Dos ojos se abrieron de par en par, bajo mis dedos humanos.  

Lentamente, me encaminé hacia la puerta luminosa…