MONSTRUO

—No hay nada en el armario, cariño. Ya te lo dije.

Tobías se encogió en la cama, mientras su madre lo arropaba como cada noche y le besaba la frente.

—La otra noche…

—Fue una pesadilla, cielo. Dejaré una luz encendida.

—¿Podrías mirar también en el armario?

—Claro, cariño.

Su madre se dirigió al guardarropa y abrió la puerta.

—¿Ves? No hay nada que temer —dijo ella.

Sonrió, mirándolo por encima del hombro y entrando en el diminuto armario para demostrarle que todo estaba en su imaginación.

—¿Mamá?

Tobías se quedó mirando hacia la puerta abierta, esperando que su madre regresara con él. 

Pero ella nunca volvió a salir.