BLUESMAN
Bob encendió las luces del estudio de grabación y cerró la puerta. Siempre le gustaba llegar antes que nadie y tener un tiempo para practicar a solas. Excepto que esta vez no estaba solo.
—Buenas noches, cariño. —Una atractiva y rubia mujer lo recibió con sorna, sonriéndole con sus labios pintados de escarlata—. ¿Listo para saldar tu deuda?
—¿Disculpe? —Bob frunció el ceño, receloso—. ¿Quién es usted?
—¿Es posible que hayas olvidado nuestro encuentro en el cruce de caminos? Yo te he dado todo cuanto tienes, el éxito, la fama y la riqueza. Es hora de pagar.
Bob palideció.
—No, no estoy listo… por favor…
—Me prometiste un alma, Bob Johnson. Y un alma es lo que voy a obtener.
Cuando los músicos llegaron un intenso olor a azufre impregnaba el ambiente. Nada quedaba del famoso Robert Johnson excepto su icónica guitarra. El extraño símbolo que siempre había marcado el mástil, se desvaneció ante sus ojos estupefactos.