CAUTIVA

Los policías emergieron del sótano llevando a la niña, descalza y envuelta en una manta. Solo Dios sabía cuanto tiempo llevaba encadenada allí abajo.

Sus padres la miraron con los ojos desorbitados.

—¡¿Qué hicisteis?! ¡¿QUÉ FUE LO QUE HICISTEIS, MALDITOS?!

—¡Silencio! ¡Todo lo que digáis será usado en vuestra contra! 

—¡ELLA NO ES LO QUE PARECE!

La pareja fue esposada y conducida hasta uno de los vehículos que esperaban afuera. La niña subió a otro, en compañía de una mujer uniformada.

No había dicho una sola palabra desde su liberación.

—No tengas miedo, cariño. Te llevaremos a un lugar seguro.

La policía miró a la pequeña de reojo; estaba tan sucia y desnutrida. Su largo y enmarañado cabello le tapaba toda la cara. Ella levantó la cabeza y la mujer se estremeció al contemplar sus ojos.

Eran dos cuencas completamente oscuras.