DJINN

Aquella noche, Khalil Sabagh buscó refugio en una caverna del desierto. La gente del poblado solía decir que las grutas estaban habitadas por los djinn, espíritus malignos que tentaban a los hombres, mas él jamás había creído en tales supersticiones. 

No le sorprendió descubrir que la cueva estaba vacía. Lo único que había dentro, era una lámpara vieja y oxidada. Extraños jeroglíficos yacían grabados en la superficie. 

El muchacho retiró la tapa y miró en el interior. Del objeto brotó un susurro que pronunció su nombre. Un escalofrío le recorrió la espalda. Y él gritó con todas sus fuerzas, hasta que el eco de su voz se quedó atrapado tras las murallas de piedra.

Por la mañana, Khalil volvió a la aldea. 

O al menos algo que se veía como él.