DOPPELGÄNGER
—Querido, despierta. Hay alguien afuera.
La voz asustada de mi esposa me hace sentir un escalofrío. Sus ojos asustados se encuentran con los míos en la penumbra.
—Creo que están intentando entrar en la casa.
Lo escucho, es verdad. Alguien acaba de abrir la puerta principal.
—Llama a la policía.
Antes de que pueda detenerme, tomo mi palo de golf y bajo sin hacer ningún ruido. La luz de la cocina está encendida. La puerta no parece forzada.
Esto es muy inusual.
—¡Hijo de perra! —Entro blandiendo el palo, listo para darle una paliza al invasor. Entonces él se da la vuelta con un vaso de agua en la mano y me mira, atónito.
Un terror silencioso me inmoviliza al verlo.
Soy yo mismo.