EL ASCENSOR
—Buenas tardes, señor. ¿A qué piso va?
—Al penthouse. Muévete que tengo prisa.
El ascensorista sonrió cortésmente y oprimió un botón en el elevador. Aunque en vez de subir, este comenzó a descender.
—¿No escuchó lo que le dije, idiota?
—¿Disculpe?
—¡Voy al último piso! ¡Haga lo que le dije!
—No, señor. Usted va hacia abajo.
Había algo siniestro en la cara del empleado. Su astuta sonrisa se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados.
—¿Pero qué… que demonios…?
—Ha sido otro largo día de joder al prójimo, ¿eh? Será mejor que te pongas cómodo. Hace mucho calor al lugar al que nos dirigimos.
El ascensor llegó a la planta baja del edificio. Y luego siguió bajando…