—No me gusta este lugar.
Me agradaba mucho pasear por el sendero del bosque tras la casa de mis abuelos. Era un sitio tranquilo y precioso. Pero Jack no era de la misma opinión, mi primo hermano siempre había sido un chico muy raro.
—¿Por qué no?
—Cada vez que vengo, los árboles no dejan susurrarme. Me cuentan las historias que han ocurrido aquí, aunque no quiera escucharlos. Han visto cosas.
—¿Qué clase de cosas?
Jack me miró con los ojos cristalinos. El miedo en ellos me paralizó.
—No quieres saberlo.
Regresamos a casa. Nunca quise tomar a Jack demasiado en serio. Sin embargo, jamás volví a tener ganas de ir a caminar al bosque.