EN TUS VENAS

—¿Qué pasa conmigo, mamá? ¿Por qué no me curan?

—Lo están intentando, hija. Solo tienes que ser fuerte.

—Tengo miedo.

La madre sujetó la mano de su hija, intentando contener las lágrimas.

El tiempo transcurría sin que los médicos encontrasen lo que estaba mal con ella. Cada día, su piel se volvía más pálida, sus venas más oscuras y su sangre más tóxica. La enfermedad avanzaba a un ritmo alarmante.

—No temas. Todo saldrá bien.

Esa noche, la chica despertó gritando. Un líquido oscuro y espeso brotaba de su boca y oídos. Intentaron detener la hemorragia, en vano. La pobre murió desangrada.

—Su hija murió por envenenamiento. Nunca había visto nada similar —se lamentó el médico a cargo—. Los análisis muestran una especie de toxina en su sangre. No sabemos como se originó. Ahora debemos evitar que se propague a toda costa. 

—¿Qué quiere decir?

—Lo lamento, señora. No puede abandonar el hospital.