FOTOGRAFÍAS
Mi mejor amiga murió hace dos semanas. Su madre me entregó su cámara fotográfica, junto con todas las instantáneas que había tomado.
—Julia habría querido que las conservaras.
París, Roma, Londres… a lo largo de los años, ella se había dedicado a viajar por las grandes ciudades del mundo, apropiándose de sus calles y monumentos.
Guardé las fotografías en un lugar especial. La cámara la llevé conmigo a Barcelona; mi hermano se encargó cada uno de mis pasos por la ciudad.
—Dios mío, Mercedes, tienes que ver esto…
Pedro estaba pálido, acababa de revelar las fotos. Se quedó sin habla contemplar el rostro fantasmal que nos devolvía la mirada desde cada una de aquellas imágenes. Sin embargo, yo no estaba sorprendida.
Al fin y al cabo, Julia y yo siempre quisimos conocer España juntas.