GALLETAS DE JENGIBRE
—¿Quién quiere unas ricas galletas de Navidad?
Escucho la pregunta pero no me atrevo a responder.
Las galletas de jengibre siempre fueron mis favoritas. Ella lo sabe perfectamente.
Un villancico resuena desde la radio. Oigo a mi madre en la cocina, entonando la canción. El delicioso olor de sus galletas inunda cada rincón de nuestra casa.
Intento no desmayarme cuando entra en el salón, sonriendo de lado a lado. El vestido de terciopelo no puede ocultar el hedor, ni el aspecto de su piel descompuesta. Se ve incluso peor que cuando la sepulté en el jardín.
—Aquí tienes, cariño. Tus preferidas.
Tomo una alegre galleta y la muerdo, temblando. El sabor de las cenizas inunda mi boca.
Perder mi libertad habría sido mejor que esta condena.