LA CLASE
—Todos a sus asientos, vamos a comenzar con la clase de hoy.
Nadie escuchó a la señorita Frost. Era una mujer joven, tímida, sin experiencia previa como profesora. Llevaba apenas un par de días a cargo de la peor clase del instituto, y su desempeño era pésimo.
Pronto la despedirían, igual que a los otros.
Una bola de papel golpeó la nuca de la maestra. Todos rieron.
La profesora escribió el nombre de uno de sus alumnos en la pizarra. Luego lo tachó. El muchacho se desvaneció de su pupitre, con los ojos en blanco. Se retorció y después se quedó inmóvil. El resto de la clase se puso a gritar, presa del pánico.
La señorita Frost los encaró con una amable sonrisa.
—Siéntense ya, por favor. No quiero repetirlo.
Los chicos la obedecieron, en silencio.