LA POSADA
El señor Radhav no se sorprendió cuando le hablé sobre el magnífico hostal en el que había pasado la noche, un sitio precioso frente al mar, con puertas y ventanas del color del jade. El mismo lugar que inexplicablemente había desaparecido.
—No te has vuelto loco. Pero no volverás a dar con él.
—¿A qué te refieres? ¿Conoces el sitio?
—Entre la década de los 30 y los 40, la posada Kumari fue uno de los rincones más populares en el pueblo. En 1947 hubo un incendio que mató a la propietaria y a todos los inquilinos. Demolieron los escombros.
—Pero… no es posible —palidecí—. Dormí allí hace tres días.
—Es lo que tienen algunos lugares. Son como las personas. —Radhav sonrió con tristeza—. A veces se convierten en fantasmas para desafiar al paso del tiempo.