LAS PIEDRAS

Se advirtió a los niños del pueblo que nunca se aventuraran cerca de las piedras susurrantes durante la noche. Aquellos antiguos monolitos se levantaban en el corazón de la desolada cantera, dispuestos en una formación inquietante. 

La leyenda afirmaba que habían sido colocadas por gigantes, con el propósito de honrar el poder de un dios antiguo.

Pero incluso los dioses podían ser abandonados.

—Ellas hablan de cosas que escapan a nuestro entendimiento —contaban los mayores—, y algunos de los que escucharon nunca regresaron.

Sin embargo, la curiosidad se apoderó de algunos de los chiquillos del poblado.

—Escuche que alguien gritaba en la cantera, ¡creo que necesita ayuda! —dijo uno, y a continuación todos se adentraron en los corredores de piedra.

Lo que parecía un camino sencillo, pronto se transformó en un laberinto interminable. Entonces se dieron cuenta de que los lamentos que escuchaban no provenían de ningún ser vivo: eran las voces agonizantes de quienes habían entrado antes que ellos.