LUNA LLENA

—¡KEVIN!

Al escuchar el grito horrorizado de su madre, el muchacho bajó el arma. Su padrastro gimoteaba frente a él, abatido por la bala de plata pura.

Había sido difícil conseguirla, pero finalmente lo había logrado. 

—Mamá, yo no…

—¡¿Qué has hecho?! Dios mío, ¡¿qué has hecho?!

—¡Tú no lo entiendes!

—¡Eres un asesino!

La luna asomó su rostro pálido hacia el jardín. El hombre se retorció, presa de convulsiones repentinas. Un espeso pelaje cubrió su piel. Dos fauces sangrantes surgieron de su boca, repletas de dientes afilados…

—Jesucristo… —Su esposa lo contempló, incrédula.

El lobo emitió un largo aullido de agonía.