ME MIRAN
—No es cáncer. Parece una pequeña acumulación de grasa bajo la piel. De cualquier manera haremos los análisis, para estar seguros.
Las palabras del médico tranquilizaron a Jana, pero dicho alivio fue momentáneo.
El extraño bulto de su antebrazo no hizo más que crecer y multiplicarse. En cuestión de un par de días, el cuerpo se le había llenado de adiposidades.
—¡Son horribles! ¡Enormes! ¡Me han salido por todas partes! —gritó ella al teléfono, desesperada—. ¡¿Qué hago, doctor?! ¡Ayúdeme!
Su médico le dio cita temprano, por la mañana. Esa noche, Jana no consiguió dormir. Estaba incómoda y aterrada. Los bultos le daban picazón.
Entró en el baño, se desnudó y se irguió frente al espejo. Los bultos se abrieron de par en par cuando encendió la luz. Decenas de pupilas le devolvían la mirada a su reflejo. Decenas de ojos enrojecidos, contemplándola desde su propia piel.
Un grito de horror sacudió las paredes del baño.