MISA

—No te vi en el funeral.

Elías miró a la mujer que se había sentado a su lado, en el banco más apartado de la iglesia. Se trataba de una anciana vestida de negro. Su olor era insoportable.

Él hizo como si no la hubiera escuchado.

—¿Por qué no fuiste a mi funeral?

—¿Disculpe?

—Eres un hombre ruin y egoísta. No has cambiado desde que eras un niño.

El tipo palideció cuando la desconocida dejo ver su rostro, oculto bajo la mantilla de encaje. 

Su difunta abuela sonrío, mostrando una hilera de dientes podridos.

Elías estaba muerto antes de que terminara la misa. El infarto había sido fulminante. Su cara permanecía paralizada en una mueca de infinito terror.