NO BAJES AL SÓTANO

—No puedes ir al sótano. Te lo prohíbo.

Esas eran las órdenes de mi padre. Nunca volvió a ser el mismo desde el accidente que tuvo mamá, cuando yo era pequeña. Aún no comprendo que fue lo que le ocurrió allá abajo, porque murió exactamente.

Pero solo hay una manera de averiguarlo.

Bajé al sótano, a pesar de las advertencias de papá. Alguien susurraba en la oscuridad. Era él.

—… dentro de poco será una mujer. El tiempo se pasa volando. 

Escuché otro murmullo ininteligible. 

—¡No! ¡Ella no puede verte! ¡¿Cuándo vas a comprenderlo?!

Con el corazón en un puño, me atreví a mirar tras la puerta al final de la escalera.

No puede ser, Dios mío…

¿Mamá?