PROPÓSITO

—Seré un mejor esposo, querida. Te lo prometo. No volveré a lastimarte.

Una mano áspera se posa sobre su mejilla, sobresaltándola. Se obliga a sonreír.

—Sé que no lo harás, querido.

El hombre alza su copa para brindar.

—Feliz Año Nuevo, cariño.

Él bebe y ella observa en silencio como la sidra baja por su garganta, con cada uno de sus músculos en tensión. Su marido termina de tragar y vuelve a sonreír. 

La expresión presuntuosa de su cara se transforma en un rictus de horror. De pronto le cuesta respirar. Aterrorizado, se desploma sobre la alfombra, ante los ojos impávidos de su mujer.

Lo último que escucha antes de morir son las últimas campanadas de la iglesia local, que dan la bienvenida al Año Nuevo.