SUPERVIVIENTE
—Viejo, ¿te encuentras bien?
Mi mejor amigo me mira, preocupado y confundido. Debo esforzarme por responder con normalidad, aunque ya nada es normal en mi vida.
—Sí.
No estoy bien, debí morir en aquel accidente. Si hubiera muerto no tendría que soportar este infierno todos los días.
Fui el único que sobrevivió en aquel accidente de tráfico bajo el puente.
El resto no corrió con la misma suerte. Eran dos familias. Cinco adultos y tres niños. Todos fallecieron en el lugar. Desde entonces no he dejado de verlos.
—¿Qué estás mirando?
—Nada. No es nada.
Ellos siguen ahí, mirándome mientras nuestro coche se aleja del estacionamiento. ¿Algún día dejarán de perseguirme?