TRAMPA

Kelly sonrió cuando la van amarilla se aparcó a un lado de la carretera, invitándola a subir. El conductor era un tipo calvo y de rostro amable.

—No deberías andar sola por estos rumbos, es peligroso para una chica de tu edad.

—Eso lo sabes tú mejor que nadie, ¿no?

—¿Disculpa?

El tipo se volvió hacia ella y palideció. La chica le apuntaba con un revólver.

—Ah, te decepcioné. Habrías preferido que fuese otra pobre muchacha indefensa. Igual que todas esas pobres chicas que tuvieron el gusto de viajar contigo, ¿no?

—¿Qué demonios…? —El pánico lo invadió.

—No importa, ya me lo dirás a su debido tiempo. Vas a contarme todo lo que quiero saber, hijo de perra. Sigue conduciendo, nos queda un largo camino por delante.

La van continúo su viaje hacia un destino incierto.