VUELVE
Mi abuela me habló de su pueblo natal y del Rincón de las Violetas, ese callejón cobijado por las luces artificiales, con su suelo empedrado y sus vitrinas. En esa callejuela, ella conoció a su primer amor. Vestía sombrero Fedora y un traje blanco.
—Era apuesto —me dijo—. Murió en 1926, estrangulado en ese mismo lugar. Yo nací en el 45 y me encontré con él a los quince años. Nuestros encuentros fueron escasos, pero muy apasionados. Estuve enamorada de un fantasma.
Cuentos de viejas.
He venido a visitar el pueblo, a pesar de todo. El lugar es tan bonito como ella lo recuerda. Sonrío y tomo una foto.
—Buenas noches, señorita. —Sobresaltada, me doy la vuelta para encontrarme con un elegante hombre, vestido de blanco.
De pronto, se quita el sombrero y me sonríe.